El definitivo ascenso de Leinier Domínguez

El Gran Maestro Leinier Domínguez, en la cima del ajedrez mundial.

El Gran Maestro Leinier Domínguez, en la cima del ajedrez mundial.

Por Roberto Madrigal

Al clasificarse como el onceno jugador del mundo tras su triunfo en el recientemente finalizado FIDE Grand Prix de Salónica, Grecia, Leinier Domínguez (Güines, 1983) ha alcanzado el punto más alto de su carrera y ha confirmado lo que ya hace rato se sabe: que es el mejor jugador cubano después de Capablanca. O dicho de otra forma, el mejor jugador cubano de los últimos 72 años.

Esto no es una hazaña menor. Cuba tiene una tradición ajedrecística que se remonta al siglo XIX y que tras producir, en la primera mitad del siglo XX una buena cantidad de jugadores de alto nivel competitivo internacional, como fueron Juan Corzo, Francisco Planas, Juan González, Eleazar Jiménez y Eldis Cobo -por supuesto no estoy contando al fenómeno que fue Capablanca-, desarrolló a partir de 1960 un movimiento masivo que afianzó esas raíces y produjo grandes maestros de la talla de Silvino García, Román Hernández, Guillermo García, Jesús Nogueira y Amador Rodríguez en una primera etapa, para pasar por Reinaldo Vera y llegar a los dos que más se han destacado en la primera década del siglo veintiuno: Lázaro Bruzón y el propio Leinier.

En 1962 se llevó a cabo el Primer Torneo Internacional Capablanca In Memoriam. La estrategia inicial de José Luis Barreras, entonces Comisionado Nacional de Ajedrez, para popularizar el juego, era atraer a la élite del ajedrez mundial. Desde el principio lo consiguió; la nómina del primer torneo Capablanca fue impresionante y lo ganó el argentino Miguel Najdorf, seguido nada menos que por Lev Polugaievski, Boris Spassky, Svetozar Gligoric y Borislav Ivkov.

Cambio de estrategia

Esa tendencia continuó por muchos años. En los Capablanca In Memoriam jugaron varios campeones mundiales, aparte de Spassky, se presentaron Fischer, Tal y Smyslov. Aunque esto sirvió para llamar la atención local y mundial, los jugadores cubanos, que por entonces no participaban en muchos torneos internacionales, quedaban apabullados y tenían pocas oportunidades de vencer a la crema y nata del ajedrez internacional, aunque esto les sirvió para mejorar su juego.

No fue hasta 1972, que el nuevo comisionado Jorge Vega, con la popularidad del juego ya afianzada, decidió cambiar la estrategia. Los Capablanca serían de ahora en adelante torneos en los cuales participarían destacados grandes maestros de todo el globo, pero no se reuniría necesariamente a la élite, para de esta manera propiciarles más competitividad a los cubanos, que ya habían alcanzado un nivel elevado en su juego. Esta estrategia estabilizó las ganancias de la época (y la épica) de Barreras y permitió a los jugadores del patio avanzar con más seguridad y ubicarse con credibilidad entre los jugadores más competentes. También se aumentó la participación de los ajedrecistas en torneos internacionales en Europa, principalmente en España.

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías y los cambios que ha sufrido tanto la jerarquía y las organizaciones internacionales de ajedrez, así como los cambios introducidos al propio juego -por ejemplo, un tiempo más rápido para las partidas tradicionales y mayor importancia a los torneos de blitz o ajedrez rápido-, los ajedrecistas cubanos se vieron de nuevo en desventaja, debido a la dificultad de acceso a la internet, lo cual los dejaba más desinformados no solamente respecto a los sucesos del mundo del ajedrez, sino a las novedades que sucedían en el plano teórico.

Camino a la Copa Mundial

Puesto en su contexto, lo anterior acrecienta el mérito del desempeño de Domínguez, quien a los 14 años, en 1988, obtuvo el título de Maestro Internacional y a los 17 no solamente se hizo Gran Maestro, sino que clasificó entre los 100 mejores jugadores del mundo. En 2001 quedó en segundo lugar en el Campeonato Mundial para menores de 18 años y luego fue campeón nacional en los años 2002, 2003 y 2006. En 2004 ganó la categoría Elite del Capablanca In Memoriam.

En el 2008 ganó el Campeonato Mundial de Blitz que tuvo lugar en Almaty, y que le valió ganar la suma de $68,000 dólares (no tengo idea de cómo es que en Cuba reparten ese dinero ahora ni con qué cantidad se queda Domínguez). Desde el 2001 ha calificado para el ciclo del Campeonato Mundial de la FIDE (Copa Mundial). En 2011 llegó hasta los 16 finalistas de la Copa Mundial y en ese nivel fue eliminado por la Gran Maestro húngara Judith Polgar.

En estos momentos Domínguez busca calificar para la Copa Mundial de 2014. Comenzó el nuevo ciclo de forma mediocre y parecía ya estar eliminado cuando su reciente triunfo en Salónica lo ha devuelto al buen camino, aunque todavía tiene que enfrentar un empinado recorrido. El triunfo obtenido en Salónica representa la mejor actuación de su carrera. En el torneo participaron cinco de los 10 primeros clasificados del mundo. Domínguez derrotó a tres y empató con dos.

Lo anterior no es más que un apretado resumen de la carrera del cubano. Enumerar sus triunfos llenaría unas cuantas páginas. En cuanto a su estilo, es un jugador que prefiere las aperturas tradicionales de peón rey con las blancas y favorece la defensa Siciliana y la Gruenfeld con las negras. Sus partidas son despliegues de agudeza táctica y de riesgosas maniobras complicadas. A su vez, es un excelente finalista, lo cual lo convierte en un buen heredero de Capablanca.

Dos partidas memorables

Para quienes quieren ver algo de su estilo y de su potencial ajedrecístico les recomiendo las partidas Alexander Onischuk vs Leinier Domínguez-Pérez, Biel, 2008, Gruenfeld Defense: Russian, Hungarian Variation (D97), 0-1 y Leinier Domínguez-Pérez vs Alexander Morozevich, Corus 2009, Sicilian Defense: Najdorf Variation, English Attack (B90), 1-0.

La primera concluye con un final que debería incluirse en cualquier manual de aprendizaje de finales, en la cual Domínguez muestra cómo ganar uno de los finales más difíciles del ajedrez, el de torre y caballo contra torre. La segunda es una complicada partida de amenazas tácticas que se suceden vertiginosamente hasta el abrupto final. Son dos obras maestras del ajedrez.

Otra de las características del desarrollo de Domínguez es su estabilidad. En 2008 entró en el nivel de 2700 del rating de la FIDE y desde entonces se ha mantenido siempre en ascenso. Al comenzar el torneo de Salónica tenía un rating de 2727, que lo colocaba en el lugar número 23 del mundo. Al terminar el evento, su rating se estima que se elevó a 2754, lo cual lo ubica, como dije al principio, en el onceno puesto.

No es justo que se le compare con Capablanca. El peso de la figura del campeón mundial cubano es demasiado para cualquiera. Para que se tenga una idea de ello, basta con saber que según un análisis de todos los sistemas de clasificación y jerarquización que han hecho diversos grupos de estudio científico y estadístico del ajedrez, comparando las distintas épocas, Capablanca es uno de los cinco indiscutibles mejores jugadores de todos los tiempos (los otros cuatro, en orden alfabético son: Botvinnik, Fischer, Karpov y Kasparov).

Leinier Domínguez cumplirá 30 años el 23 de septiembre. Según los estándares modernos, le deben quedar unos cinco años de plenitud de forma ajedrecística. No es muy festinado pensar que pudiera convertirse en campeón mundial para el ciclo del 2016.

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