52 Serie Nacional de Béisbol: flojita y anaranjada

Ca el último out matancero en el estadio Sandino y Villa Clara celebra como campeón de la 52 Serie Nacional de Béisbol, el pasado 18 de junio.

Ca el último out matancero en el estadio Sandino y Villa Clara celebra como campeón de la 52 Serie Nacional de Béisbol, el pasado 18 de junio.

Por José Antonio Michelena

LA HABANA.- Luego de una espera de 18 años, la selección de Villa Clara ganó la Serie Nacional del béisbol cubano, un campeonato que ha merecido por méritos y entrega, pero cuyo saldo es la insatisfacción por el bajo nivel del torneo y varias interrogantes abiertas para la próxima temporada: ¿veremos algo mejor?, ¿la pelota cubano saldrá del letargo?

Fue este un campeonato muy accidentado, quebrado en diferentes momentos: antes y después del III Clásico Mundial, con 16 equipos; la segunda fase con ocho conjuntos; y los play off de semifinal y final. Esa atípica y larga serie condicionó altibajos entre los jugadores y los colectivos, porque muchos atletas no pudieron mantener la forma deportiva durante tanto tiempo.

Con media temporada sin equipos de la región oriental (ninguno clasificó a la segunda fase) y gran protagonismo de la región central en los play off, la serie 52 tuvo otro componente en post temporada: el aburrimiento de ver siempre lo mismo.

Jugadas repetidas a perpetuidad

Vimos, juego tras juego, el toque de bola constante, en cualquier situación, en cualquier entrada, incluso con importantes bateadores en turno, en momentos de inspiración del equipo a la ofensiva, o después que el lanzador contrario dio señas de debilidad o descontrol; vimos, además, intentos de robos de base que frenaron posibles rallies.

También vimos, de manera perpetua, la falta de oportunidad para traer corredores hacia el plato; y vimos, en varios partidos, remontadas en los finales por un mal endémico: la carencia de cerradores de puntería, la debilidad de los bullpen.

Precisamente la fortaleza del pitcheo fue el baluarte del campeón Villa Clara. Los cinco jugadores de refuerzo hicieron la diferencia en la segunda parte de la temporada y el conjunto que mejor se reforzó, porque su mentor tuvo la vista más larga que el resto, obtuvo los mejores dividendos.

Ramón Moré, el director de Villa Clara, necesitaba apuntalar su línea central con un torpedero, y tomó el mejor; necesitaba reforzar su ofensiva, y lo logró, pero además, vio lo que otros no vieron: que el artemiseño Jónder Martínez aportaría profundidad y seguridad en su bullpen porque todavía es un gran lanzador.

Mi reino por un cerrador

Jónder le sacó las castañas del fuego a Moré en repetidas ocasiones, pues acudió a él, constantemente, para relevos largos y cortos, otro mal de la pelota cubana porque no hay confianza en los cerradores.

“Mi reino por un buen cerrador”, debió decir Yosvani Aragón, el mánager de Sancti Spíritus, a seis outs de discutir la final y con una diferencia de cinco carreras en contra de Matanzas. Pero no lo tenía, o no confió en él, que es casi lo mismo.

“Mi reino por un buen cerrador”, debió repetir Víctor Mesa, a cinco outs de llegar a San Francisco en el III Clásico, con una diferencia de dos carreras a su favor, pero el director de la selección cubana, que sí tenía lanzadores capaces, no confió en ellos a la hora cero. La historia se repite una vez y otra. Cambian los actores, mas siempre pasa lo mismo, como en las telenovelas.

Como alternativa underground  a la Serie Nacional, cada vez circulan más en el país los videos con juegos de la actual temporada de las Grandes Ligas (MLB) de Estados Unidos y hasta un programa dominical de la televisión cubana está haciendo un pequeño espacio, tímido aún, a la mejor liga del mundo.

Cubanos de Grandes Ligas: ¡fuera!

Pero no se televisan juegos, sino resúmenes y, dentro de estos, se extraen las jugadas que destacan a los peloteros cubanos. La información que proporciona el béisbol de más alto nivel debiera servir de referencia a los técnicos de la isla.

Aunque la referencia no hay que irla a buscar afuera, también existe dentro: el Industriales de Rey Vicente Anglada, en su mejor versión, tenía un balance justo en su cuerpo de pitcheo: con abridores de excelencia, pero igualmente con relevistas para tirar varios innings y dos cerradores de lujo.

Claro que los técnicos cubanos saben por qué el béisbol aquí ha descendido en calidad y conocen lo que se necesita para que el deporte nacional recobre fuerza: por una parte, darle mayor atención a la base de la pirámide y un campeonato más concentrado, sin tantos equipos; por otra, estimular adecuadamente a los jugadores e interactuar, negociar, con otras ligas, la MLB incluida, con el consentimiento -y el beneficio- de los peloteros.

Los mayores talentos seguirán intentando probarse en el nivel más alto y es justo que lo hagan. La cuestión no es frenarlos, sino tener siempre la reserva, mantener el equilibrio. No es fácil lograrlo porque rebasa lo deportivo, depende de una trama sociopolítica, pero la sociedad se está moviendo, está cambiando.

Esperemos por esos cambios también en el deporte.

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