La rebambaramba de los numeritos en la pelota cubana

La rebambaramba de los numeritos en la pelota cubana

Los datos estadísticos han sido excelentes puntos de apoyo en el béisbol moderno.  En las Grandes Ligas norteamericanas se utilizan constantemente por el personal técnico de las organizaciones, los analistas trazan estrategias con ellos, los comentaristas amasan sus augurios de temporada, y los aficionados se dan banquete con libros, revistas y sitios de internet para verificar infinidad de numeritos.

Pero localizar, desmenuzar y poner en perspectiva determinados datos de la pelota cubana actual es como para recordar el viejo adagio de “encontrar una aguja en un pajar”.

El problema es que para contrastar y homologar cifras afines se necesita de cierta regularidad en el desenvolvimiento de un torneo o una disciplina deportiva a través de la historia. En el caso del béisbol cubano más reciente las cosas se complican.

Desde 1962, cuando comenzaron las Series Nacionales, se elaboraron diferentes calendarios con cantidades de equipos, número de juegos, estadios y horarios diferentes, a lo que se unen, cambios frecuentes de los implementos fundamentales como  bates y pelotas.

Por citar un ejemplo, en las Ligas Mayores durante 113 años solo se han utilizado dos tipos de estructuras organizativas. La primera fue de 154 juegos, desde 1898 hasta 1960, y la segunda de 162, que se mantiene sin cambios desde 1961.

En la pelota cubana se ha ido de un extremo a otro, sin un rumbo definido. El primer torneo duró 27 encuentros para cada participante y a partir de ahí en las tres décadas siguientes se efectuaron 17 cambios en  que llegaron hasta los 99 desafíos para cada competidor . El zigzagueo se aplacó en 1998 con 90 juegos por conjunto, lo que se ha mantenido hasta el presente.  Caprichosamente, los campeonatos nacionales pueden comenzar en octubre, pero infinidad de veces han empezado en noviembre y otras en diciembre, muy a gusto de dirigentes improvisados.

La cantidad de selecciones provinciales en competencia también se ha modificado en innumerables ocasiones, desde los cuatro primeros equipos en la serie de 1962 hasta los 16 de estos momentos.

Cambios de bola y bate de grafito

Diferentes tipos de pelotas se ha utilizado en los casi 50 años de “béisbol revolucionario”, lo que incluye modelos como de mediano rebote, la “fofa” de 1999 y la superrápida Mizuno 150 de los tiempos actuales.

Los bates bien podrían ocupar un capítulo aparte. Hasta 1976 se usó el tradicional bate de madera, pero posteriormente entró en escena el de aluminio (1977-1999) para regresar luego al madero hasta el 2008.

De allá para acá se batea con implementos de bambú y de grafito, elementos prohibidos por las reglas de este deporte y que  poseen un rebote superior al aluminio. Sin olvidar que en los últimos tiempos determinados jugadores le han tomado cariño a bates elaborados -a su gusto- por expertos artesanos.

Con el amasijo de calendarios, bates y pelotas diferentes y poco compatibles a la hora de una comparación, ¿quien podría descifrar las estadísticas exactas de la pelota cubana? ¿Cómo poner orden y sentido en esta rebambaramba de números?

¿Cuántos juegos ganó el gran Braudilio Vinent frente al bate de madera y qué cantidad frente al  aluminio?  Antonio Muñoz y Agustín Marquetti, dos toleteros que jugaron varias contiendas con uno y otro artefactos: ¿se sabrán los jonrones que pegaron con cada uno de ellos?. Pedro Luis Lazo se enfrentó a bateadores con madera, después lanzó contra los de bambú y terminó ante los que usaban grafito. ¿Cuáles son realmente sus numeritos de pitcheo?

Jonrones trucados

Resulta difícil despalillar las cifras con semejantes disparidades. Pero no hay que ir tan lejos para comprender el arroz con mango que tienen por delante los estudiosos del béisbol cubano.

Recientemente se publicó la noticia de que Yulieski Gourriel se convirtió en el segundo pelotero que arriba a los 200 jonrones con bate de madera, detrás de Joan Carlos Pedroso, quien se mencionó como el primero en llegar a esa cifra. El dato es totalmente erróneo. Ninguno de ellos ha llegado a ese número.

Según la Guía Oficial de Béisbol del 2008, Pedroso llevaba 192 y Gourriel 135 cuando se cambió el tipo de bate. Allí quedó fijada la cifra con el madero. A la vez, varios periódicos y revistas de la isla señalan que “desde  ese mismo 2008 hasta la campaña actual se usaron y se usan los de bambú -primero- y después los de grafito”, de manera que no puede prolongarse el conteo para un récord válido de jonrones.

La desinformación acerca de las estadísticas forma parte también del desbarajuste del béisbol cubano de estos tiempos.

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