Chávez al quirófano: un tsunami en La Habana

Hugo Chávez fue recibido por Raúl Castro en La Habana.

Hugo Chávez fue recibido por Raúl Castro en La Habana.

Por Emilio Morales*

Cuando ocurrió la caída del campo socialista y el derrumbe de la Unión Soviética, el sistema cubano tuvo que “tropicalizarse” rápidamente para salir del abismo al que fue empujado de la noche a la mañana.

 La pérdida del  subsidio soviético, la desaparición del apoyo financiero y político del campo socialista, así como la perdida del 85 por ciento de los mercados donde se exportaban los productos cubanos a finales de los 80, obligaron al régimen cubano a implementar una apertura económica en 1993 con el objetivo de salir de la dura crisis que la propaganda castrista bautizó con el eufemismo de “período especial”. No había otra alternativa para el gobierno de Fidel Castro: el país tuvo que abrirse al capital extranjero e introducir fórmulas capitalistas para evitar el colapso total.

Y entonces, se hizo el milagro.

Había transcurrido casi una década de esa dinámica de sobrevivencia cuando apareció el gobierno de Hugo Chávez, en 1999, como el sustituto del subsidio soviético: la isla salió de las emergencias del periodo especial.

De repente, el petróleo

De pronto, Venezuela se convirtió en el socio comercial más importante de Cuba. La danza de los millones del petróleo llegaba hasta la isla. Chávez financiaba cuanto proyecto se le ocurría a su padrino en La Habana.

Gracias al nuevo subsidio venezolano, el gobierno pudo invertir cientos de millones en reparar cientos de escuelas y hospitales, exportar mano de obra como nunca -casi 50,000 civiles cubanos prestan servicios en los sectores de la salud, la educación y el deporte-, echar a andar la refinería de Cienfuegos, recibir 125,000 barriles de petróleo diarios y desarrollar un sinnúmero de proyectos conjuntos de millonarios recursos financieros, los que incluyeron hasta inversiones cubanas en Venezuela.

Sin embargo, los tiempos de bonanza parecen acercarse al final. Esta vez no son el derrumbe del muro de Berlín o la perestroika de Mijaíl Gorbachov los causante del posible regreso de la economía cubana al abismo de los años 90. La enfermedad de Chávez, al parecer irreversible, obliga a la nomenclatura cubana a un inaplazable Plan B.

La situación se repite como un juego a la noria. La posibilidad de perder el principal socio comercial y, al mismo tiempo, el patrocinador principal de la economía de la isla,  no está lejos de la realidad, dadas las circunstancias que han obligado a Chávez a regresar el quirófano.

En el mejor de los escenarios posibles, el regreso de un Chávez muy debilitado física y mentalmente lo limitaría para abordar las elecciones más difíciles que va a enfrentar en toda su carrera política y que están al doblar de la esquina. Y este desenlace tiene un peso enorme en el futuro económico de la isla.

Entre la muerte y la debacle

¿Que significaría para la economía cubana la muerte de Chávez o la pérdida de las elecciones?

En un principio, marcaría la pérdida del suministro actual de petróleo y el recorte del capital millonario que recibe el gobierno cubano por los trabajadores civiles cubanos que desempeñan misiones en Venezuela. Significaría -nuevamente- la perdida del principal socio comercial. 

Y no debe perderse de vista que la repatriación de toda esa fuerza laboral hacia la isla y su reinserción en la burocracia estatal que el gobierno está empeñado en eliminar, provocaría un cuello de botella que no encaja en el cambio de modelo que impulsa actualmente el gobierno cubano.

Estratégicamente, el cambio de modelo cubano estaría obligado a acelerarse con reformas más profundas a fin de evitar el colapso, pues no son tiempos de cuchillos largos en la noche ni de tanques en la calle, Esas recetas represivas han dehado de ser efectivas en el siglo XXI por el costo político que arrastran. Los recientes acontecimientos en el Medio Oriente no dejan margen a la duda.

El Plan B iría por una mayor apertura al capital extranjero, con variantes más atractivas y flexibles que garanticen el desarrollo de la industria petrolera, el incremento del turismo, la recuperación de la industria azucarera, el estímulo al desarrollo de la agricultura y la apertura del sector privado a los profesionales.

Un plan estratégico

En un plan semejante, sin dudas, un replanteamiento estratégico de las relaciones del gobierno cubano con el exilio deben ser uno de los elementos clave, y la Iglesia Católica puede jugar un rol importante para sentar las bases de una reconciliación necesaria.

Durante los últimos tres años, la administración de Barack Obama le ha facilitado al gobierno cubano una serie de medidas que han servido para incrementar el poder adquisitivo de la población y el acercamiento de las familias, a partir de la liberación de los viajes a Cuba y de los envíos de remesas, entre otras medidas. Al mimo tiempo, no ha puesto trabas al recién comienzo de  la exploración petrolera en aguas profundas cercanas a la Florida.

También es inédita la autorización de 13 aeropuertos norteamericanos para realizar vuelos directos a Cuba, en un giro de política no visto en los últimos 50 años.

Todas estas medidas en conjunto constituyen una base sólida para un posible replanteamiento del embargo en un eventual -y cada vez más posible- segundo mandato de Obama. Por lo pronto, habría que solucionar el diferendo reanimado por el caso del contratista Alan Gross, preso en La Habana desde el 2009.

Inesperadamente, un tsunami ha aparecido en la Habana.

La aceleración de las reformas parece ser la solución mas benévola y efectiva ante la nueva situación generada por la enfermedad del mandatario venezolano. La octogenaria nomenclatura cubana sabe que corre el mismo riesgo que Chávez.

No hay tiempo para más retórica política. Los países aliados de Venezuela están captando el mismo mensaje y una alarma recorre América Latina y el Caribe. El gobierno de Raúl Castro tiene una oportunidad histórica y sólo depende de él saber aprovecharla.

* Economista cubano. Ex jefe de planeación estratégica de mercadotecnia en la corporación CIMEX y autor de los libros Cuba: ¿tránsito silencioso al capitalismo? y Marketing without Advertising, Brand Preference and Consumer Choice in Cuba. Es presidente de Havana Consulting Group, en Miami.

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