Reflexiones de la Caimana: De chivatos, traidores y asesinos

Monumento en el centro de Arendonk, una antigua villa en la frontera de Bélgica y Holanda.

Monumento en el centro de Arendonk, una antigua villa en la frontera de Bélgica y Holanda.

Por Ramón Alejandro*

La madre de un amigo mío, que siendo joven pasó un año en un campo de concentración nazi, le contó de cierta compañera suya con quien hizo la Resistencia en Bélgica, cuya dramática experiencia puede darnos que pensar sobre las masas y sus versátiles opiniones y sobre la justicia de los juicios sumarios, actos de repudio y linchamientos espontáneos de esbirros, traidores y diversas especies de vendepatrias.

Según me contó mi amigo, Arendonk parece ser una aldea situada casi en la frontera del país flamenco belga con Holanda y esta resistente clandestina tenía que pasar esa frontera cada día para ir a su trabajo, que era en una taberna situada en territorio holandés.

Allí se reunían muchos oficiales del ejército alemán de ocupación y, por fuerza, ella tenía que más o menos compenetrarse con ellos sirviéndolos, lo cual le valió coger fama de colaboradora entre los habitantes de esa zona rural donde todos se conocían de vista. Los chismes de toda calaña solían cundir casi tan sabrosamente como suelen hacerlo desde tiempo inmemorial en nuestra amable islita tropical.

La supuesta colaboradora, según vox populi, era en realidad una valerosa resitente que lograba obtener de su frecuentación con esos oficiales nazis valiosísimas informaciones sobre sus movimientos, planes y decisiones entre dos tragos, y como quien no quiere las cosas inmediatamente transmitía a los resistentes belgas de su red, quienes en varias ocasiones les sacaron gran provecho para llevar a cabo su guerra de guerrillas contra los alemanes, aunque dada la desigualdad de las fuerzas en juego fueron siendo progresivamente diezmados por esos feroces e inteligentísimos ocupantes.

Heroína humillada

De tal manera que cuando llegaron los liberadores yumas a salvar a los europeos de su propia bestialidad de pueblos arios, o simplemente sanos blanquitos rubios de ojazos azules y por encima de todo eso cultivadísimos en todo tipo de arte, ciencia y filosofías, poquísimos sabían del trabajo clandestino de esa heroina, y muchísimos eran los que estaban convencidos de su abyecta colaboración con el enemigo.

Por lo tanto, en cuando le echaron mano la pelaron al rape, la emplumaron y la pasearon así desnuda por las calles de su pueblito natal acompañada con escupitajos, bofetones, obscenas palabras y varios desbordantes tibores vaciados sobre su noble cabeza.

Cierto tiempo después, cuando se fueron restableciendo las soberanías nacionales tradicionales allanadas por los nazis, salió a relucir por ciertos papeles secretos y el testimonio de algunos pocos sobrevivientes de la barbarie alemana, el gran papel que esa humilde camarera belga, amiga de la madre de mi amigo, había cumplido durante esos sombríos años, y subsecuentemente fue debida, aunque tardíamente, revindicada en su propia dignidad y en la variable consideración de sus compatriotas.

Pavlik Morozov fue declarado oficialmente por el estado soviético como un héroe durante todo el largo período estalinista, porque siendo niño denunció a su padre como desafecto al régimen imperante y como tal fue fusilado bajo la acusación de contrarrevolucionario, sin más consideraciones, gracias al eficaz chivatazo de su heroico vástago.

A la luz de estas dos anécdotas se comprende que aquel perspicaz francés Helvetius, gran observador de la naturaleza humana, dijera que si de verdad deseamos querer a los seres humanos no debemos esperar nada de ellos.

¿Pavlik Morozov o Mariana Grajales?

El mito nacionalista de la Nación-Estado es un narcótico muy poderoso, recuerden a esa infeliz Mariana Grajales que de niño nos señalaban en nuestras escuelas como modelo de patriotismo por haber mandado a morir por la patria a casi, sino todos sus hijos varones. Porque por suerte ya no recuerdo bien los detalles exactos esa mojiganga que nos enseñaban por entonces como ahora se le enseña a los niños de hoy a jurar querer ser, y por supuesto y sobre todo, morir como el Che.

Los tontos solamente pueden aprender de sus propios errores, pero los listos prefieren y logran aprender de los errores ajenos.

¿De cual de estas dos categorías preferiremos nosotros ser parte? ¿Quién es más asesino? ¿Pavlik Morozov o Mariana Grajales?

¿De qué provecho fueron las muertes de tantos cubanitos caídos en insignificantes batallas durante las fantasiosas guerras africanas del Emperador de opereta, zarzuela o entremés de nuestro Teatro Alhambra, Don Fifo Primero de la dinastía Biranita?

Sin comerla ni beberla, se fueron del mundo en la flor de su juventud para que en La Habana cierto viejo loco pudiera seguir dándose el gusto de perpetuar su estéril e incesante guapería delante de las mismas narices del Imperio Yuma que secretamente admira y envidia.  

Agárrenme ese trompo con la uña, aseres.

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

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