Venezuela en trance o el triunfo irreversible de Henrique Capriles

Henrique Capriles se consolidó como líder de la oposición y slternativa real al chavismo.

Henrique Capriles se consolidó como líder de la oposición y slternativa real al chavismo.

Por Carlos Cabrera Perez

Henrique Capriles Radonski acaba de convertirse en la mejor alternativa democrática para todos los venezolanos al conseguir situarse a un punto de diferencia del oficialismo, pese a la artillería pesada que desplegó el tardochavismo en su contra y el manejo grosero del cadáver del ex presidente Hugo Chávez.

El resultado opositor es una gran victoria, porque se convierte en un interlocutor de referencia en todos los asuntos de Estado, demuestra a la gran coalición que lidera que “El Flaco” es la llave para alcanzar Miraflores democráticamente, y queda a salvo del tremendo desgaste que le espera a Nicolás Maduro y a sus huestes por la crisis económica que ha provocado su sistema de voto clientelar.

Capriles ha exigido el recuento del 100 por ciento de las papeletas, postura entendible en el fragor de la más reñida contienda electoral de la Venezuela democrática. Pero su verdadero triunfo consiste en que Maduro no se acerca a los 10 millones de votos que pedía y la oposición aún tiene techo electoral para crecer.

Sin caer en la trampa chavista

Por ello, Capriles debe reafirmar su liderazgo calmando a sus propias gentes y a sus votantes para no caer en la trampa de Maduro y su maquinaria de poder, que intentará ocultar su gran retroceso y la consolidación de la oposición mediante una bronca mediática sobre unos miles de papeletas.

Si alguien duda de esta gran victoria de Capriles solo debe repasar las imágenes de Tibisay Lucena anunciando el segundo funeral en mes y medio y las caras de tristeza en el cuartel general del chavismo. Pero los triunfos -y si son significativos, aún más- deben administrarse con mesura, generosidad y con la vista puesta en el futuro.

Cuanto más se modere Capriles, mejores serán sus opciones de futuro. La mayoría de los venezolanos está harta de la confrontación y el insulto, y a Maduro apenas le quedan pajaritos que sacarse de la chistera, porque la megalomanía de su difunto padre político se comió hasta el dinero que los chinos habían pagado por adelantado por el suministro de petróleo a 15 años.

La escasez de aceite, papel sanitario y de repuestos para vehículos, por ejemplo, comienza a ser habitual en los mercados venezolanos. Y es que un país no puede gastar más de lo que ingresa, y no puede comprar votos con salud y educación que, lejos de ser gratis, tendrán un coste inasumible para todos.

Pajaritos volando

En paralelo, este escenario de crisis provocará que se reduzcan las opciones de la voraz boliburguesía para seguir amasando fortunas en nombre del socialismo del siglo XXI, lo que ahondará las divisiones en esa amalgama que es el chavismo. No es descartable que ya comiencen a oírse voces de la necesidad de encontrar un sustituto para Maduro, pues más les vale al oficialismo un pájaro en mano que cien pajaritos volando en un autobús.

Por tanto, Capriles tiene en sus manos el futuro propio y el de su país. Pocas veces la vida política es tan generosa con sus actores, pero su gran victoria obedece a un trabajo sistemático, a un ideario político coherente con las raíces y los sentimientos de Venezuela, y a su capacidad de enmendar errores y de generar el más amplio consenso posible.

En los próximos días podremos saber la cifra del trasvase de votos del chavismo al caprilismo, y qué postura adoptarán ahora Diosdado Cabello y demás varones chavistas, quienes pedirán cuentas a Maduro y al yernísimo, el vicepresidente Jorge Arreaza, entre otros, por el desastre electoral. Muy mal lo han hecho para que Capriles se quedara a pocos votos y pese a lo sucio que han jugado en la campaña.

Estamos ante el triunfo de la democracia y la derrota de los intentos del totalitarismo de convertir al chavismo en un partido de Estado en Venezuela. Cuando alguien fragmenta, divide y polariza a su país al 50 por ciento, no solo es un mal estratega político, sino que es un político mediocre; Maduro tuvo en sus manos, sin hacer un gesto de deslealtad, la opción de marcar distancias con Hugo Chávez y detener la riada de pérdida de votos que le daban las encuestas a su alcance.

Realidad versus telenovelas

Las mentiras sobre la salud de Hugo Chávez, el paseo de un ataúd vacío por las calles de Caracas, el anuncio -luego desmentido- del embalsamamiento del cadáver, la revelación de Chávez en forma de pajarito y otras estupideces llenaron las urnas de votos opositores. Porque lo que ha cambiado en política son los ciudadanos, que se han vuelto más exigentes, y los dramas que funcionan en las telenovelas no sirven para transformar un país.

Suele afirmarse que los castristas lo controlan todo en Venezuela, pero parece que no es tanto. La asesoría de La Habana parece que ha sido efectiva -hasta ahora- en producir pobreza, destruir a la clase media y perseguir a la mayoría de la oligarquía financiera; sin embargo, la mitad de los votantes venezolanos no han tragado y han dado un rotundo No a esta política fallida.

A estas horas, Raúl Castro debe estar reactivando sus contactos con Kazajistán y Angola, como fuentes alternativas del suministro petrolero que necesita la isla, y ordenando a sus vicepresidentes y delfines Miguel Díaz Canel y Marino Murillo que aceleren las reformas, aunque él públicamente siga diciendo que no van a ir con prisa.

Cuentas complicadas

Y no es que Maduro vaya a negarle el petróleo, pero las cuentas no pueden inventarse y no tendrá otra alternativa que reducir los programas sociales, incluidos el intercambio de mano de obra calificada cubana por crudo, pues su papá le ha dejado una cruda herencia en todos los sentidos.

A Capriles solo le quedan tres deberes: cuidarse para no ser víctima de un atentado organizado por el chavismo que luego atribuirían a un militante o varios cegados por la ira de la derrota, tender puentes con el ala socialdemócrata del chavismo y emprender una gira internacional para reforzar la relación con los centros de poder mundiales.

Sus estrategas deben decidir en esta hora crucial lo que conviene más a Capriles: si ofrecer a Maduro pactos puntuales en temas de Estado y dejarlo que se acabe de desgastar por la ineficacia económica y la corrupción interna, o provocar la ruptura del chavismo y arriesgarse a competir con un candidato más capaz y menos huérfano del “Cristo redentor de los pobres”.

Ya da igual si Maduro ganó con trampas o no; ese es su problema y allá él y sus supuestos tramposos con sus conciencias. Lo que necesita Venezuela es la mesura, la generosidad y el talento político de Capriles y sus compañeros de fila que, desde el domingo 14 de abril del 2013 son la mejor alternativa democrática para todos los venezolanos.

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