The Washington Post: Un plan para ayudar a la comunicación de los cubanos debe aplaudirse

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Jóvenes cubanos, destino principal del programa Zunzuneo.

El informe anual de la organización Human Rights Watch 2014 pinta un panorama sombrío de la vida política en Cuba. “El gobierno cubano continúa reprimiendo a las personas y grupos que critican al gobierno o reclaman derechos humanos básicos”, señala el informe. “El gobierno controla todos los medios de comunicación en Cuba y restringe estrechamente el acceso a la información exterior, limitando severamente el derecho a la libertad de expresión. Sólo una pequeña fracción de los cubanos es capaz de leer sitios digitales y blogs independientes , debido al alto costo y el acceso limitado a Internet”.

Supera lo escandaloso el hecho de que 11 millones de habitantes de Cuba estén atrapados todavía en estas condiciones 55 años después de que Fidel y Raúl Castro llegaran al poder con la promesa de la liberación nacional. Pero un reciente artículo aparecido en la prensa de Estados Unidos y los comentarios emitidos por ciertos políticos estadounidenses sobre el tema, sugiere que los norteamericanos deberían estar terriblemente molestos por los esfuerzos de la administración Obama para aliviar la pesadilla cubana.

Nos referimos a una investigación de Associated Press acerca de un efímero programa de Estados Unidos para establecer un servicio de mensajes de texto sin censura en la isla, utilizando la propia red de telefonía celular de propiedad estatal del régimen de Castro. El servicio, construido a través de una serie de empresas ficticias destinadas a ocultar su conexión con Estados Unidos, permitió a 40.000 cubanos, en su mayoría jóvenes amantes de la tecnología, comunicarse unos con otros. La financiación del proyecto terminó en el 2012.

Socavar la tiranía

La historia de AP llamó a esto “un plan secreto” “cuyo objetivo era socavar el gobierno comunista de Cuba”, como si hubiera algo escandaloso socavar la tiranía -y como si hubiera algún medio no secretos fácilmente disponible para hacerlo. El senador Patrick J. Leahy (D-VT), calificó el programa de “tonto, tonto, tonto”, y dijo que él pudiera abordar el tema durante una audiencia programada ante su subcomité del Senado esta semana.

El señor Leahy y otros críticos pudieran estar acertados, en la medida en que se oponen al hecho de que la administración operó el programa el programa de Cuba bajo los auspicios de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID ), una entidad poco adecuada para una operación tan políticamente sensible. Un ejemplo de ello es la captura y el encarcelamiento en el 2009 del contratista de la USAID, Alan Gross, a quien los agentes de la Seguridad del Estado cubana atraparon mientras estaba entregando equipos de comunicaciones a la comunidad judía de Cuba.

Una cosa es cuestionar los métodos de la actual administración respecto a Cuba y otra muy distinta tirar a la basura sus objetivos. El servicio de mensajería, conocido como ZunZuneo, nos parece un intento similar al desarrollado por el gobierno de Estados Unidos y la ayuda no gubernamental a la sociedad civil en el bloque soviético, incluyendo, en particular, el apoyo de comunicaciones que brindó el sindicato AFL-CIO a la red de Solidaridad en Polonia. El senador Leahy se burló del programa de Cuba, que tuvo lugar bajo la supervisión de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, como un vestigio de la era “Eisenhower”. En realidad, se trata de una actualización de los esfuerzos pasados y admirables de Estados Unidos para penetrar la Cortina de Hierro, y bastante innovador al respecto. La USAID se pronunció “orgullosa” de tratar de ayudar a que los cubanos “hablen libremente entre sí”, y debe estarlo -incluso si alguien más probablemente asuma la asignación.

Si alguien está atrapado en el pasado son los Castro, que insisten en un nivel de control político que ha pasado de moda en todas partes, excepto en La Habana y Pyongyang. Los críticos del programa ZunZuneo deberían guardar algo de indignación para ellos.

Publicado por The Washington Post. Traducción: CaféFuerte

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